viernes, 31 de diciembre de 2010

El error apropiado


Tal vez a muchos les resulte pesado terminar el año con un poco de ciencia, sin embargo, vale la pena conocer algo sobre evolución, para entender que no "avanza ni evoluciona" el mejor adaptado, sino aquel que posee el error adecuado, ese que cosideramos defectuoso, indeseable y que irremediablemente será el sobreviviente frente a un cambio en el medio

Un poco de ciencia

Antes que en el planeta existiera vida, toda la materia era mineral (materia muerta). Las primeras formas de vida fueron uniones de moléculas que conformaron organismos proto celulares. Estos organismos diferían muy poco, en cuanto a su carácter morfológico, del aspecto de los minerales presentes en el medio en el que se desarrollaban. Su aporte consistía en el principio fisiológico que da origen a la concepción de materia viva.

Este carácter fisiológico hacía a la materia viva, menos estable que a la materia muerta, ya que su permanencia en el medio dependía sólo de su posibilidad de propagarse. A partir de allí, esa característica fisiológica de la propagación se convierte en el principal objetivo de la materia viva y domina todos los cambios evolutivos hasta hoy. Es decir, toda la evolución desde entonces estuvo destinada a perfeccionar la propagación, como única alternativa de perpetuación, dado que la vida misma se basa en la pérdida de la estabilidad que siempre conservaron los minerales.

El paso de la simple propagación a la multiplicación lo dieron los defectuosos que generaron las primeras combinaciones geneticas. Sólo existe multiplicación (o reproducción) cuando nace un nuevo ser que combina las características morfológicas y fisiológicas de su o sus progenitores, pero contiene variantes genéticas que lo hacen distinto de ellos. La combinación genera un nuevo ser.

Esta diferenciación permite poner en crisis la más clásica y aceptada definición de vida que afirma que tiene vida todo aquello que nace, crece se reproduce y muere. Ya que aún, muchas formas de vida (aceptadas como tales) quedan afuera del universo de la materia viva. Concretamente todos los vegetales que carecen de órganos sexuales (como los helechos) y sólo pueden propagarse. (Hasta mi tía la soltera, tampoco cabe en esta definición aunque yo la veo saludable y vigorosa)

Tampoco se puede entender el origen de la vida o su evolución si se la considera aisladamente del medio en el que esto ocurre.

Un planeta de roca fundida, agua en forma de gas, erupciones volcánicas, violentos acomodamientos de placas, etc. Un planeta en plena combustión no podía generar otra cosa que una atmósfera cargada de CO2 . Y la abundancia de ese gas permitió la vida que comenzó vegetal y lo consume. Los humanos, sobre todo los occidentales, estamos devolviendo al planeta aquel desagradable estado primigenio.

La vida es oportunista. Aparece y se desarrolla solo si las condiciones del medio son las adecuadas. Pero una vez establecida, modifica el medio y lo dota de características que mejoran las condiciones para su permanencia. Así entendido, un medio es causa y consecuencia de la vida que lo habita. Por otra parte, ante una modificación del medio físico, que sobrepase la capacidad de adaptación de una especie, la vida (por causa de la combinación de genes) tiene la “virtud” de generar individuos “defectuosos” en todas sus especies y siempre, alguno de ellos posee el “defecto adecuado” para adaptarse a la nueva condición. Esto también debe verse como una forma de oportunismo. Con todo, siempre es posible que una modificación del medio sea lo bastante rápida y absoluta como para impedir toda forma de adaptación. Pero esto no ocurre simultáneamente en todos los medios y en todo el planeta. Así desde el medio o lugar de supervivencia, la vida vuelve a evolucionar y colonizar.

Concluyendo

Estoy seguro que muchos conocemos a personas exitosas de esas bien adaptadas al "sistema", tal vez alguno de ustedes lo sea. Sin embargo, es posible que ese éxito se vuelva fracaso con algo tan simple como la pérdida de su celular o su notebook. Digamos que un nuevo e indestructible "virus informático", creado de verdad por un buen jaker, los elimine del planeta e impida para siempre ese tipo de tecnología. En ese momento, aquel inadaptado primitivo y despreciable, que conservó las herramientas básicas, nos sobrevivirá a todos.

No importa cual sea el tema, tratemos de no ser los mas adaptados (¿normales?), porque ellos serán los primeros en perecer, y la realidad mundial viene anunciando cambios.

Feliz 2011!

martes, 28 de diciembre de 2010

Plantar un hijo, escribir un árbol y tener un libro


el acto de amor inadecuado
no es un acto de amor

Todos hemos escuchado y repetido hasta el cansancio (muchas veces sin tener idea de su significado) la frase: “Plantar un árbol, escribir un libro, y tener un hijo”

Pareciera que se trata de un poco de conciencia ambiental, otro poco de compartir generosamente conocimientos y perpetuar la obra. Una manera de que nuestro camino deje una huella una vez que nos hayamos ido, tal vez lo mas parecido a la eternidad.

Pero... ¿Es un acto de amor plantar cualquier árbol en cualquier lugar?¿Escribir un libro que no diga ni aporte nada? O ¿Tener un hijo aunque no tenga ni posibilidades ni intenciones de hacerme cargo de él?

Cuando las formas nacen, tienen un motivo y ese motivo las dota de contenido. Por ejemplo, se dice que en una época, dar la mano a alguien que uno cruzara en el camino, era una manera de demostrar que se estaba desarmado. Un gesto que evidenciaba la falta total de intenciones violentas. Con los siglos, dar la mano se convirtió en una forma de saludo y muchos, aún armados hasta los dientes, hoy ofrecen su mano a otro en el momento del encuentro. No se trata de un acto de hipocresía (salvo cuando lo es), sino la más absoluta pérdida del contenido del gesto. Este vacío, puede tender a ser llenado con algún sentido y para este caso, resulta un saludo amistoso.

Sin embargo esto no entraña nada más allá que un dato de la evolución de las conductas, sin consecuencias nocivas, porque de él no depende nada demasiado importante.

Seguramente, quien enunció la frase de: “Plantar un árbol……” estaba pensando en la perpetuidad de las cosas realmente valiosas, en las conductas verdaderamente nobles. ¡Y valla si ese es un contenido importante!

Esto es así porque sin lugar a dudas, tener un hijo, entraña una responsabilidad y una entrega que uno va aprendiendo con el crecimiento de las demandas de ese hijo, hasta la madurez y si no se responde a ellas con una mezcla de enseñanza y aprendizaje, en un acto de entrega y contención, lo mas posible es que se termine plantando a un hijo.

De igual manera, escribir un libro es un acto de entrega capaz de perpetuar un conocimiento, una historia o una manera de ver la realidad. Pero si no hay nada en él que sea realmente valioso para el futuro, solo se logrará la tala de algunos árboles para la impresión de algunos ejemplares y evidentemente, no será un acto de amor. Por último, quien va a plantar un árbol, debería pensar en cuál es el adecuado para ese lugar, cómo será su futuro, si podrá desarrollarse hasta alcanzar sus objetivos. De otro modo podría estar plantando una conífera en el trópico y con ello haciendo mucho daño al lugar que se le destina.

En su mas puro sentido metafórico, esta frase sólo pide conciencia en los actos simples y relevantes de la vida, que seguramente se pensó como un acto de amor, pero acaba siendo la prueba de la inconciencia sobre el verdadero valor de las cosas, de la vida y de nosotros mismos.

A punto de iniciar un nuevo ciclo anual de esta cultura, con el relativamente arbitrario número de 2011, espero que esto sirva, para que algún lector accidental, esté pensando en las demandas de esos hijos, propios o ajenos. Algún libro que compró y nunca leyó o aquel árbol en cuya corteza dibujó un corazón y escribió dos nombres.

La falta de conciencia sobre la verdadera importancia de plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo, nos trajo hasta esta realidad llena de hijos plantados, árboles escritos y bibliotecas llenas de libros que nadie lee.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

"Una de la infancia"

¡Felicidades!

Otra vez está llegando el 25 de diciembre y la humanidad (en realidad solo un tercio de ella, este tercio occidental judeo cristiano que se suele pretender "el mundo") se apresta, como todos los años, a festejar mi cumpleaños.
¡Es literalmente cierto! o eso creí durante los primeros años de mi vida.
Resulta que mi madre tuvo la peregrina idea de parirme en navidad y junto al ateo psicodélico sesentista de mi padre, me tuvieron convencido un tiempo, que lo que la gente festejaba ese día, era mi cumpleaños.
Así fue que en mi primera infancia, al llegar estas fechas, me sentía avergonzado por tanto halago y me la pasaba agradeciendo tanto regalito y saludo con deseos de felicidades de sonrrisas plásticas colgadas de las orejas de personas falsas a las que casi ni conocía.
Como los niños son muy perseptivos, y aunque ahora resulte difícil de creer, también fui niño, siempre sospeché algo y un día empecé a comprender la mentira y sentí una mezcla de sensaciones difícil de describir.
Por un lado me aliviaba saber que no tenía nada que agradecer a nadie ese día porque lo que se estaba festejando no tenia nada que ver conmigo. De hecho no profesaba ni profeso religión alguna (como la mayoría de los cristianos)
Por otro lado tuve una amarga decepción al notar cuanto me habían mentido mis padres.
Supongo que esto es similar a lo que les pasa a la mayoría de los niños cuyos padres les mienten sobre el origen de los regalitos de esta fecha. Solo que para mi se sumaba la indignación que me producía haber estado tanto tiempo agradeciendo algo que no me había tenido nunca por destinatario.
En fin, desde entonces trato de desearles felicidades a todos siempre. En marzo como en junio, o en agosto o en febrero. Me alegran los nacimientos, los que de verdad veo y corroboro y me duele mucho la muerte que nunca es justa, pero cuando es joven y enamorada es inaceptable.
Y a los cristianos, a los que de verdad lo sean, a los que tengan una fe verdadera (es fácil corroborar cuan pocos son), ¡que sean buenas personas! "por que de ellos será el reino de los cielos"
Los ateos sabemos que el verdadero reino esta acá a nuestro alrededor y hasta hoy aquí en sudaquia "es ancho y ajeno". Así que mi mejor deseo es el de que seamos un buen fertilizante una vez que nuestros cuerpos se hayan descompuesto
¡Felicidades!

lunes, 20 de diciembre de 2010

Más filosofia de bar


La ética y la estética


Veamos a la ética y la estética como dos universos paralelos, como si fueran reflejos espejados de la realidad.

Partamos de una definición de estos universos que pueda caberle a ambas.

Cada estética / Cada ética, es un universo de lógica compuesto por elementos que se corresponden entre sí.

Así en una estética determinada, los colores primarios (rígidos, con una identidad indiscutible) se corresponderán a formas absolutas, duras (rígidas, con una identidad indiscutible) y texturas sólidas, poco permeables, tan rígidas, duras y absolutas como las características de los otros elementos. En otra estética, los colores más neutros (blandos, con identidades relativas) se corresponderán a formas también más neutras (blandas, con identidades relativas) y seguramente las texturas que pertenecen a esta estética, serán más permeables, menos rígidas. Evidentemente estamos llamando elementos de una estética a las características perceptibles de las cosas que la componen.

La combinación de elementos de distintas estéticas puede resultar en la creación de una nueva, pero éste ya es un problema más compositivo que estético.

Si consideramos elementos de una ética las conductas humanas, estaremos considerando también las características por las cuales cada individuo se hace perceptible para la sociedad o comunidad de la que es parte. Así veremos como unas conductas componen un universo de lógica y otras, otro.

Por ejemplo, en una ética que podríamos llamar cristiana, a la conducta del individuo A que abofetea al individuo B, le corresponde la conducta del individuo B de ofrecer la otra mejilla. Mientras en otra ética, que podríamos llamar del talión, a la conducta del individuo A que golpea al individuo B, le corresponde la conducta del individuo B de devolver un golpe de igual magnitud. Estas conductas no son más que elementos que se corresponden entre sí como pasa con los elementos de la estética. (esto demuestra simultáneamente algunas falsedades del cristianismo y la triste realidad de que aún no superamos el Talión) El problema de combinar conductas, pertenecientes a distintas éticas, (como en la estética) puede generar o no el nacimiento de una nueva. Otra vez un problema compositivo. Se trata de esta composición (social, cultural) en la que vivimos y que está sostenida por un soporte al que podríamos llamar realidad o más ampliamente, paisaje. Ese lugar habitado, transitado visto o imaginado en el que se desarrolla toda la realidad, toda la ética y toda la estética, todo lo natural y todo lo cultural. Ese lugar que es contenedor y contenido al mismo tiempo porque todo lo compone (hasta nuestros pensamientos, o el pasado conjeturado y el futuro inaccesible hacen paisaje). Así, lo ético y lo estético también se unifican en él, haciendo la realidad que somos junto a todo lo que existe. Estos dos universos paralelos se pueden leer bajo idénticas leyes porque son reflejos de una misma cosa. A cada ética le corresponde una estética y viceversa. De hecho cuando decimos estética lo que estamos diciendo es "esta ética".

Filosofia de bar


La mentira y la verdad


Parece que los conceptos de mentira y verdad, están prejuiciosamente unidos a una cuestión moral. Es decir, ligados a los conceptos malo y bueno respectivamente. Sin embargo, vivimos una época donde, si bien se han mezclado (masificado, en realidad) culturas, estamos muy lejos de unificar criterios. Hay distintas éticas religiosas, políticas, sociales, económicas, en fin: culturales. Esto ha hecho que aquello que es bueno y/o verdadero para unos, sea malo y/o falso para otros. Desconociendo (en un acto de hipocresía masiva y consensuada) que muy a menudo todos usufructuamos lo bueno de la mentira y sufrimos lo malo de la verdad, sean estas cuales fueran. Aquí no importa si nos referimos a medios u objetivos. Algunos pueden coincidir en los últimos y diferir en los primeros o viceversa. Estos mismos conceptos morales han recaído sobre lo que es real o irreal. Pero frente a la convicción de que todo es posible, lo irreal ha comenzado a desaparecer (¿o lo real?). Así, se ha ido dificultando la “lectura” de la realidad (posiblemente, el último reducto para considerar verdadero a algo). Con esto lo que se ha estado “cayendo” es la posibilidad de afirmar con certeza.

Hasta hace relativamente poco tiempo, existía la verdad de la palabra escrita. La gente solía decir “yo lo leí” o “está escrito”, para dar prueba de la verdad de su palabra. Aún existen residuos de esta conducta. Por Ej. : en todo libro, apunte, monografía o ensayo, consta la bibliografía consultada con la ingenua pretensión de que esto verifique lo dicho. Aunque también allí (en la publicación de dicha bibliografía) se esconde una falta de compromiso con la palabra propia: Que la afirmación provenga de la palabra de otro, disminuye la responsabilidad al autor. Las certificaciones de cursos, postgrados y hasta los documentos que certifican un título profesional son todavía resabios (bastante ingenuos) de la verdad de la palabra escrita. Los contratos y aún las leyes (cuando no representan la verdadera norma establecida tácitamente por una comunidad) son la expresión que esta ingenuidad adopta todavía en el ámbito del derecho.

Por nuestros días también se empieza a deteriorar la verdad de la imagen. Aunque la mayoría de nosotros aún diga: “Yo lo vi” como prueba de la verdad de lo dicho, aquello que lo perceptivo tiene de subjetivo, empieza a hacer mella en la verdad de lo que se ha visto.

Afirmar que una imagen diga más que mil palabras, es una prueba que nuestra cultura viene dando de este proceso, donde lo que se deteriora es el antiguo límite entre la verdad y la mentira. Primero se deterioró la verdad de la palabra, a tal punto que llegaron a ser necesarias “más de mil”, para afirmar lo mismo que una imagen. Hoy se deteriora la verdad de la imagen (aunque esta etapa, requerirá aún mucho tiempo) y así resulta muy difícil afirmar cualquier cosa.

Aún cuando se pretenda fundamentar lo dicho o mostrado en realidades cotidianas, fácilmente verificables, todo está igual de sujeto a una duda. Preguntarse si esto o aquello es cierto o falso, todavía representa al prejuicio moral sobre lo que es bueno o malo.

Todo lo que aquí se diga, estará sujeto a la misma duda y dependerá del mismo prejuicio.

Y no será accidental.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Mi problema, tu problema ¿Cuál problema?



socialismo / neo liberalismo / new age
Cuando éramos socialistas (los que de verdad lo éramos) asumíamos como propio cualquier problema. Todos los problemas eran mí problema. Esa lógica es simple y fácilmente comprensible para la gente de cierta edad. Los que vivimos lo suficiente como para haber sido socialistas en una época en la que en Argentina eso era de lo más común. Se podría resumir más o menos de la siguiente manera: Si a muchos les va mal en algo (lo que constituye el problema en cuestión) pronto me irá mal a mí (por una cuestión de tendencias que hoy las estadísticas explican muy bien). Así, todo problema es mí problema.
El neoliberalismo liberalizó muchas cosas, pero nada quedó tan libre como las conciencias. Aquel cuestionamiento del problema social, requería una cierta conciencia social, a veces difícil de sobrellevar. Con la conducta neoliberal no desapareció ningún problema, muy por el contrario se crearon muchos nuevos. La diferencia fundamental era que ahora cada problema tenía su propio dueño (¿aquello de las privatizaciones? ¡Tanto se impuso lo privado por sobre lo público!). Así, si Juan tiene hambre, Juan tiene un problema. Yo, que todavía como, no. Si Jorge se quedó sin trabajo, Jorge tiene un problema. Yo, que todavía cobro un sueldo, no. Si a Enrique le desvalijaron la casa, Enrique tiene un problema. Yo que tengo guardia privada, un perro malo, y sistema de alarmas, no. Es más, nunca le voy a contar que Jorge y Juan encontraron una solución parcial a sus respectivos problemas, desvalijándole la casa con la complacencia de la empresa de seguridad, a la que él nunca se quiso asociar y que cuida mi casa. Y no se lo voy a contar por dos razones: Primero que no es mi problema, segundo, que yo seré cualquier cosa, pero nunca fui un botón.
Lo que llegó para solucionar todos los problemas es la new age, que, a grandes rasgos, consiste en ser lo suficientemente pelotudo como para no ver el problema. Además todo se arregla con una fórmula mágica: “¡Dejá que las cosas pasen!”. Y resulta que los que pudimos vivir las tres etapas, aprendimos que lo que pasa, cuando dejamos que las cosas pasen, es que pasan como le conviene al que hace que las cosas pasen. Y claro, las cosas pasan como él quiere, aunque eso produzca mi problema, tu problema, nuestro problema que hace mucho debimos aprender que es todo el mismo y es uno solo: la incapacidad para asumir que el problema de cada uno es el problema de todos.
Por suerte, los pocos que seguimos siendo socialistas de verdad (por lo que no integramos un partido con ese nombre), hoy podemos ver el reverdecimiento del concepto de “el problema” y sonreímos complacidos advirtiendo como los pueblos latinoamericanos, después de la noche neoliberal, vamos recomponiendo un tejido social, un objetivo común y más temprano que tarde (antes que acaben de “sacarnos el jugo” o "el alma roja") le daremos solución haciendo que las cosas pasen, del modo que nos conviene a todos.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Historia de otra palabra sudaca



"el que no llora no mama

y el que no afana es un
gil"

(fragmento del tango cambalache)


Por la mitad del siglo XIX, se trababan intensas luchas en Argentina. Celestes y Colorados, es decir Liberales y Autonomistas o Centralistas y Federales, confrontaban sus ideas en los campos de batalla.
Cuenta una leyenda que un gaucho correntino (Antonio Gil) era un colorado considerado muy peligroso por los celestes y muy querido por la gente. No se trataba de un Robin Hood. Él, mas bien se ocupaba de organizar a la gente allí donde llegara, para enfrentar al enemigo, para defender sus derechos, para defender el territorio liberado. Hacía su tarea independientemente, sin enrolarse y esto lo hacia un desertor frente a la justicia de cualquiera de los bandos. Se dice que fue capturado un día para ser llevado ante la justicia de Goya (Corrientes) acusado de esa desersión.
Algunos dicen que el coronel Zalazar, otros que un tal Velazques y otros, un sargento de los celestes, lo degolló en pleno campo mientras era trasladado, más por ser devoto de "San la Muerte" y llevar su amuleto que por razones políticas. Aseguran que mientras se desangraba, colgado boca a bajo de la rama de un algarrobo, le advirtió a su verdugo que el hijo estaba muy grave y si no se apuraba a llegar a su casa moriría. Que llevara un poco de su sangre (colorada) y la pusiera sobre el niño al llegar y lo invocara a él, que ya estaría muerto, para que intercediera ante Dios por su vida.
El verdugo asustado, creyó en esas palabras y llevó el pañuelo del gaucho Antonio Gil, embebido en su sangre hasta la casa, donde al llegar encontró a su esposa llorando y a un médico que acababa de desahuciar al hijo muy afiebrado. Lo cubrió con el pañuelo e imploró al Gaucho por su vida.
El niño se salvó y el verdugo construyó una cruz a la que ató el pañuelo, para clavarla en el lugar donde ultimó a quien se convertiría en uno de esos santos paganos del sincretismo latinoamericano.
Hoy, el culto del "Gauchito Gil", se extendió desde la Tierra del Fuego hasta Salta. Ingresó a Bolivia, al norte de Chile, Paraguay, Uruguay y al sur del Brasil. Se identifica su santuario a la vera de las rutas con un grupo de cañas tacuaras sosteniendo cintas o banderas rojas que recuerdan aquel pañuelo enbebido de valiente y generosa sangre de la historia sudaca. Y a la bandera roja de la federalidad, que triunfó en el campo de batalla, pero aún es una deuda que tenemos para con nosostros mismos. (Y tendremos hasta que el mundo haya derrotado al modelo de centralidad, generador de periferias.)
Pero tambien tuvo otra derivación esta historia / leyenda. Modificó, acrecentó, enriqueció nuestro idioma.
Mientras la historia se iba derramando por América, los celestes, los liberales, los unitarios, los centralistas, eso que internacionalmente se identifica como la derecha, fueron convirtiendo al apellido en palabra y poco a poco, Gil devino en sinónimo de tonto. Salvar la vida del enemigo, es un acto incomprensible, para todos aquellos que aún no entendieron que lo único prohibido en la lucha contra el canibalismo es comerse al caníbal.
Hoy los políticos herederos de aquellos enemigos hablan de la "gilada" para referirse al pueblo, pero mucho antes, el tango (cambalache y muchos más) lo llevó a pasear por el mundo, que hoy utiliza a la palabra / apellido "Gil", como sinonimo de tonto.
Su nombre completo fue Antonio Mamerto Gil Nuñez. De donde muchas veces, "mamerto" también se usa con igual significado.
Mucha historia y mucha sangre nuestra debía correr por los ríos Americanos desde el Rio Bravo hasta la Tierra del Fuego, para que aquel dialecto del latín, que trajeron los españoles a nuestra tierra se convirtiera en el idioma que es hoy.
Palabra de Gil, un Mamerto, en fin, un verdadero Sudaca
...y a mucha honra.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Geografía simple para eruditos


"La realidad y su representación"

Nos hemos acostumbrado a confundir la representación de la realidad con la realidad misma. Por ejemplo: Alguien te muestra la foto de una tal Analía y ya crees que conoces a la tal Analía. Cuando en realidad se trata de una representación pobre y escueta que cuenta poco sobre ella, apenas algo de su aspecto, interferido por un gesto o un movimiento. La cosa empeora cuando otro te pregunta si conoces a Analía y vos le decís que si, en todo caso le preguntás ¿La rubia? Y como el otro afirma, se va convencido que conoces a Analía, cuando en realidad no sabés nada de ella.

Lo mismo nos pasa cuando vemos la representación de nuestro planeta en un soporte plano. El planisferio.

Todos sabemos que el mundo dista mucho de ser plano. Aunque escuchamos que en España había unas personas que creían eso y tal vez algunas lo sigan creyendo. Sin embargo aceptamos que eso que estamos viendo, es la realidad. Y no me refiero solo a esa cartulina impresa que usábamos en la escuela, ya que la imagen satelital, también es una representación en un soporte plano (la pantalla).

Hagamos un ejercicio:

Imaginemos por un rato que cortamos transversalmente, la pequeña y montañosa península que trabajosamente soporta unos 60 millones de italianos sobre su territorio. Italia. La cortamos más o menos por la mitad como si fuera un budín. Ahora miramos el corte de costado (como si viéramos la parte interior del budín que acaba de quedar expuesta). Nos encontraremos con una forma similar a un triángulo, o una que se inscribe en él. Y como todo triángulo cuenta con una base y otros dos lados que parten de cada extremo de la base y se juntan en un vértice.

Ahora bien, los 60 millones de gringos, no habitan la base, sino los lados. Es decir, las laderas montañosas entre la sima de esa cadena y el mar. Esto que parece tan obvio, no lo resulta tanto, ya que hasta en la foto satelital “non plus ultra” de la tecnología para observar un territorio, la superficie que estamos mirando, esta determinada por la base. Y es sobre la dimensión de esa base que se calcula la superficie de ese, como la de cualquier territorio. Esto no sería nada mas que un dato anecdótico, si no fuera, que sobre ese cálculo se establecen otros fundamentales para la política y la economía del mundo como las densidades poblacionales por ejemplo.

Dicho de otra manera, si a la base del triangulo le asignamos la letra “A” y a los dos lados “B” y “C”, los tanos habitan en el segmento compuesto por “B + C” ¡Nunca sobre “A”! ¡Y todos los cálculos estadísticos de los cuales derivan decisiones de esas que toman los grupos de poder en el mundo dependen del erróneo “A”!

De todos modos, aunque la superficie habitada por los italianos sea mucho mayor que la calculada, 60 millones de personas es demasiada población para un territorio que (con mentira y todo) tiene apenas un poco mas que la superficie de la provincia de Santa Fe, donde vivimos poco mas de 3,5 millones de santafesinos (algunos somos italianos que no cabemos allá) Y la carga humana de los territorios, aún si se tratara de humanos muy concientes de la realidad ambiental del planeta (que no es para nada el caso de los italianos, -basta ver como votan-) acaba determinando la “huella ecológica” que sus habitantes dejan en el planeta. Es evidente que en América Latina hay mucha de esa huella, trazada por italianos o por europeos o, en general, por todos los habitantes del norte del mundo

Nótese que digo habitantes y no ciudadanos, porque para el fin de la huella ecológia, poco importa si son ilegales.


por si no leen los comentarios:


¿Nadie noto el dato poblacional y la nula diferencia entre inmigrantes (legales o no) nacionalizados y NyC (nacidos y criados)?
Es decir, poco importa si un habitante de europa es legal o ilegal o nacido o nacido y criado. Si habita allá, come allá, se viste allá, esta dejando la puta huella ecológica acá. Donde se produce lo que come, viste y en general consume.




miércoles, 15 de diciembre de 2010

Natoculturaleza (Cultura como resultado evolutivo de natura)


Una vez hubo un planeta joven al que hoy llamamos tierra. Y como todas las cosas, el sólo existir lo dotaba de cierta identidad. Una determinada forma, una posición en el espacio, un determinado número de elementos. Era otro planeta en el contexto del universo, pero su composición lo hacía éste planeta.

En él, todo se combinaba y formaba permanentes nuevas realidades, es decir evolucionaba con una lógica propia. Esta evolución determinó una madurez que lo hizo cada vez más estable, armónico y equilibrado. Esta evolución (que nunca se detuvo) también determinó la gestación de la especie humana.

Esta especie, a pesar de sus grandes desventajas físicas frente a otras, sobrevive gracias a su adaptabilidad. Esta característica se sostiene en otra que desarrolló por encima de todas las demás especies: racionalidad. No creo que aquello que llamamos capacidad de razonar sea exclusivo de nuestra especie; más bien tiendo a creer que esta capacidad fue el resultado lógico de la evolución que nos obligó a superar dificultades que otras especies resolvieron de distintas maneras: apoyándose más en sus cualidades físicas que intelectuales. Lo que resulta indiscutible es que los humanos la hemos desarrollado más que ninguna otra especie animal.

Hasta donde las sociedades primitivas eran nómadas, cazadoras y recolectoras, no existía nada que modifique la dirección de la evolución natural. Todo seguía siendo prueba y error: mecánica por la cual se produce la selección del más apto. Es decir, existía una naturaleza y los seres humanos éramos un elemento más de esa composición armónica y equilibrada. Sujetos como cualquier otro ser, al contexto de su evolución.

Algo empezó a cambiar definitivamente cuando el primer hombre que observó la manera en que natura producía aquello que le servía de alimento; decidió clavar una herramienta en el suelo y depositar semillas en el orificio obtenido o encerrar animales para controlar su multiplicación. Lo que hasta ese momento era selección natural acababa de modificarse, y empezaba a ser reemplazado por la selección conducida por una sola especie de acuerdo a sus necesidades. Este acto, del que nuestra especie aún hoy se vanagloria, determinó un cambio decisivo. Es allí donde empezó a dejar de existir eso que ingenuamente todavía llamamos naturaleza. Nunca, hasta hoy nos hicimos realmente cargo de conducir esa evolución que modificamos y aún hoy actuamos solo en virtud de nuestras necesidades, convirtiendo en réditos para algunos, lo que es catastrófico para todos. El aprovechamiento de los hielos antárticos o la deforestación amazónica son sólo los ejemplos más grotescos de esta realidad, pero estoy seguro, señor lector, que si lo reflexiona un poco, encontrará miles de ejemplos prácticos en su vida cotidiana.

Las primeras transformaciones que el hombre produjo en su paisaje estaban, como es lógico, destinadas a cubrir necesidades básicas. Tanto los primeros cultivos como la cría de los primeros ganados (ambos deberían considerarse cultivos) tuvieron razones alimenticias. Luego, la vestimenta y la construcción de refugios, requirieron nuevas transformaciones. Los asentamientos urbanos, seguían cubriendo necesidades humanas. Después, el comercio puso lo suyo, al requerir vías de comunicación y todo esto iba desarrollando a las distintas culturas que, en calidad de tales desarrollaban también su identidad (¿naturaleza?) en las formas de sus expresiones artísticas. Así, los placeres estéticos como los requerimientos funcionales fueron haciendo un manejo del paisaje resultante que determinó la aparición de espacios (a veces mal llamados huecos por un prejuicio utilitarista) donde ni se criaba, ni se cultivaba (al menos con finalidad productiva) ni se residía. Luego estos espacios abiertos fueron llamados parques, plazas, patios, jardines, etc. Casi como ninguna otra cosa estos espacios sintetizan la historia de lo que fue natural. Casi como un acto reflejo, aún hay quienes le llaman naturaleza a estos espacios, donde nada, ni el suelo, ni los vegetales, ni la fauna (micro y macro) que los habita es resultado de la evolución determinada por la selección del más apto. Sino más bien consecuencia de la evolución de nuestros requerimientos.

Ya no existe una naturaleza que cuidar. Se equivocan las entidades, organizaciones y personas que bienintencionadamente piensan de esta manera. Hemos creado el caos en lo que alguna vez fue armónico y equilibrado y es definitivamente tarde para cuidarlo. Ahora hay una naturaleza que crear. Debemos obtener una estética o sucesión de estéticas que nos conduzcan a un nuevo equilibrio.

Alguna vez habrá que definir esto que ya no podemos llamar naturaleza porque hace mucho que no lo es. Natoculturaleza, es una propuesta que ofrezco para analizar frente a otras posibles. Este término encierra el concepto de unidad entre dos cosas que hasta hoy se han considerado como opuestas. Además estaremos irremediablemente sujetos o condicionados a la primera definición de naturaleza: La naturaleza de las cosas y los seres (aquello que los hace lo que son y deberíamos llamar identidad). Es decir el conjunto de sus cualidades y comportamientos. Pero debemos ser conscientes, porque ya no caben ni la ingenuidad ni la inconsciencia, frente a la realidad: Es desde nuestra cultura desde donde se genera el paisaje que nos rodea, lo consideremos natural o no. Esto último podrá parecer una verdad de Perogrullo a algunos lectores, sin embargo me atrevo a poner en dudas que todos sean realmente concientes de ello. ¿Es consciente el fabricante de equipos de refrigeración, que su producto calienta más aire que el que enfría? ¿y sus usuarios?. ¿Es consciente el arquitecto del valor cultural y ambiental del espacio no techado (mal llamado vacío o hueco)? ¿Y sus habitantes? ¿Son conscientes el ingeniero agrónomo o el veterinario del equilibrio necesario entre lo cultural y lo ambiental en el espacio destinado a la producción? ¿Y los productores agropecuarios? ¿Son conscientes del mismo equilibrio quienes diseñan en cualquier ámbito en el espacio abierto? ¿Y quienes lo usan? Y en el utópico caso de que todas las respuestas resultaran afirmativas ¿Existe un orden lógico de prioridades para que cada uno ubique lo ambiental y lo cultural? ¿Cuál? Y ¿En qué lugar colocan uno y otro?

Aquí vale la pena decir otra cosa que puede sonar como una perogrullada: No es igual inconsciencia que inocencia. Todo es una sola y gran composición y muchos sabemos que no existen las composiciones inocentes. Solo son inconscientes. Un psicólogo o un psico- pedagogo lo pueden explicar muy bien, pues forma parte de la “naturaleza” humana.

Es por allí; por la realidad de nuestra propia identidad como especie por donde deberíamos empezar a reconsiderar eso que llamamos naturaleza.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Historia de palabras sudacas


A propósito de la creación de nuestro idioma, y porque dicen que "para muestra basta un botón", hoy se me ocurre publicar un fragmento muy cortito de una novela que hace mucho intento escribir y tal vez no termine nunca. Viene a cuento, porque relata el nacimiento de una de las palabras de nuestro idioma sudaca y da cuenta de su crecimiento y universalización. Hoy, el uso la palabra gringo, nacida como toda nuestra lengua, aquí, en sudaquia, excede nuestra geografía. También se usa en una pequeña península cuadrada, donde pretenden que este idioma tuvo origen. De esto hablo cuando digo que este idioma es nuestro y se recibió de tal después de aprobar historia en América Latina

Gringos distintos

Ya hacía mucho de aquella guerra lejana, o más bien invasión y robo que los puritanos habían perpetrado primero hacia el oeste sobre los territorios aborígenes, hasta el pacífico y después hacia el sur sobre los territorios Mexicas.

Venidos de la gran Bretaña, siguiendo un sueño lleno de oro y tierras. Siguiendo más que un sueño, las peores ambiciones de riqueza a las que en su tierra nunca podrían aspirar. Esos cristianos a quienes se les dio armas y solo armas para colonizar territorio hacia el oeste, el lejano oeste. Armas que ninguno rechazó y que usaron contra los dueños de la tierra para robar y asesinar como otros cristianos antes que ellos hicieron en toda América.

Cuando estuvo consolidada la federación de estados, sobre un territorio tan enorme como estéril, la ambición se orientó hacia las tierras ricas del sur.

Avanzaron sobre territorios Mexicanos hasta que la resistencia se convirtió en palabra. Para entonces ya eran un ejército nacional. Las fuerzas del bien, aunque faltaba mucho para que alguien se atreva a llamarlas así, avanzaban, como dos siglos antes habían avanzado otros con uniforme de lata, solo que los verdes ya habían abandonado la cruz. Usaban solo la espada o más bien los fusiles. Asesinando y robando por el bien de todos, que no eran siquiera todos ellos, sino de los que lleguen primero. Porque las culturas desarrolladas en territorios pobres desconocen la idea de comunidad. Marchaban por el bien de cada uno de ellos, los del uniforme verde, los "green" a quienes ya nadie quería seguir viendo por allí.

Así nace, o más bien se recupera la verdadera magia de la palabra. La resistencia fue atroz y sangrienta hasta que solo niños quedaban en pie. Su única arma fue una frase ¡Geen Go! ¡Green Go! Gritaban frente a las tropas que seguían disparando sin piedad. Pero hubo algo que los verdes nunca entendieron y es que cuando un enemigo ya no tiene nada que perder se vuelve mas poderoso y cualquier cosa en sus manos es un arma invencible.

¡Green Go! Fue el arma de los muchos niños ¡Geen Go! Y los gringos no entendían por que no se rendían. Tampoco entendieron que estuvieran mas dispuestos a morir que a perder sus territorios. Ya habían perdido todo y vivir no era muy distinto que morir a manos de quienes habían matado a sus padres, madres, abuelos.

No entendieron la fuerza que habita ese lugar en el que jamás serían capaces de ponerse a si mismos. Y no entendían muchas cosas más porque seguían siendo lo mismo que habían sido siempre:

Desde las épocas del antiguo imperio en el viejo continente, seguían siendo los “bárbaros del norte”. Siempre ajenos a las complejidades de la vida y la cultura. Siempre urgidos por un poco de alimento. Siempre ambicionando una vida que los fríos territorios del norte no podían otorgar a nadie, salvo que imponga a otros sus necesidades por la fuerza. Una vida que tampoco entenderían ni disfrutarían cuando la obtuvieran, porque para disfrutar hay que aprender y el hambre y la guerra no dejan tiempo para nada que no sea práctico, eficiente, urgente.

¡Green Go! ¡Green Go! ... Y la magia creadora de la palabra fue capaz de crear la retirada y la ofensiva fue cediendo y los niños echaron a los verdes de más de la mitad de los territorios sobre los que habían avanzado. Así la frase se convirtió en palabra y la palabra fue Gringo.

En principio “Vete verde” significó “ejército de los puritanos”. Después, cuando la historia empezó a derramarse por el resto del continente, fue mutando a “norteamericano”. Para cuando llegó aquí, al sur de todos los sures, significaba extranjero. Y los extranjeros que más estaban llegando por entonces eran italianos.

Este gringo era eso, un italiano. No un tano como ya se les llamaba a los otros italianos llegados primero. Este no era de Nápoles ni de Sicilia. Este no era un tano, era un gringo.

Sin embargo este gringo no se parecía en nada a ese otro, el californiano que ya muy viejo, los gemelos habían tenido oportunidad de conocer. Aquel asesino por el cual llegaron casi a sentir lástima. Que nunca pudo ser ni amigo ni enemigo de nadie por el dictado de su corazón ni de su razón, sino por el de sus ambiciones, cuya pequeñez resultaba incomprensible para los nativos libres, dueños naturales de todo ¿Matar a otras personas por un beneficio tan insignificante como un pedazo de tierra? Si tengo lo que soy y soy lo que tengo, si soy tan libre como para tener toda la tierra que puedo recorrer y más que nunca conoceré, si tengo el río y tengo el sol y tengo la luna ¿Por qué matar a cambio de una parte de todo cuando dispongo de todo?

No, definitivamente este gringo jamás mataría a nadie. Al menos no por tan poco. Tal vez matara por convicción, o por odio o por amor. Algo tan grande que no pueda ser usado o tocado. Algo con la habilidad de superar toda comprensión. Algo que pudiera desatar su pasión o transformar en violencia su capacidad que no parecía poca.

Los gemelos comprobarían esto cuando el gringo emprendió la retirada después de intentarlo todo para hacer lo que él consideraba bueno. A bordo de su camioncito, con todas sus pertenencias y su familia encima y después de varios años de no haber pronunciado nada en su idioma natal, vociferó insultos inconcebibles en italiano que resultaban comprensibles más por los gestos y la entonación que por el significado de las palabras. Pero su violencia llegó hasta allí. Se fue. Insultó. Y no mató a nadie.

domingo, 5 de diciembre de 2010

El nefasto concepto de Iberoamérica


Como ya habrán notado quienes visitan este blog, no es la intención hacer comentarios de actualidad, sino tratar temas un poco mas atemporales. Sin embargo no pude evitar indignarme con la realización de la "cumbre Iberoamericana"
El concepto de Iberomaérica esta completamente perimido y describe algo que ya no existe desde el siglo XIX ¿O no hubo una sucesión de rebeliones y / o revoluciones desde México hasta la Tierra del Fuego para dejar claro (con una ayudita de Napoleón Bonaparte) que esta América no era ni parte ni nada de algo Ibérico?
Este concepto no solo es falso. Además daña la dignidad de los pueblos sudacas que ven a sus presidentes y representantes sentados junto a un Rey ¿Un Rey? ¿Se dan cuenta el grado de primitivismo de esos pueblos de la península cuadrada?
Por otra parte, todos los acuerdos alcanzados con países europeos entrañan graves riesgos. Tienen una historia de guerras fraticidas y codiciosas por la obtención de riquezas que no poseen en sus territorios. Desde la expansión del imperio romano no han dejado de pelear y pelearse con el objeto de robar y robarse. Han creado el odio entre los pueblos del mundo, son responsables por casi todo el sufrimiento Latino desde hace 500 años y han institucionalizado el robo a través del FMI y el BM (en realidad ya lo habían institucionalizado Inglaterra con la piratería y España con el sistema de flotas y galeones). Ronda por la web un cálculo que afirma que los intereses de lo robado por España en América solo durante un tramo de la conquista (que luego siguió y sigue hasta ahora a través de empresas de todo tipo) equivale al peso del planeta entero en oro.
Como frutilla del postre, los acuerdos de esta cumbre, nos dejan el compromiso de dos empresas españolas de "financiar" (eufemismo neoliberal para el mas liso y llano desfalco) una especie de reforma educativa.
¿Un nuevo desfalco Español con la coima correspondiente a nuestros presidentes? Les sugiero prestar mucha atención a los países que estuvieron ausentes de esta mesa.
¿Qué creemos? ¿Que en medio de la catástrofe económica que están viviendo nos van a ayudar ¡Con dinero!? ¿Si no lo tienen? ¿Creemos acaso que después de (por lo menos) 500 años de experiencia como ladrones van a cambiar?
Definitivamente no entiendo ni quiero entender razones para la existencia de algo llamado Iberoamericano.
Esto se ha convertido para el mundo en la América Latina, porque somos el reservorio cultural de lo que ellos (mas sajonizados que nosotros) perdieron hace rato: El origen latino de la cultura occidental. Hoy infinitamente enriquecido por las culturas nativas y las africanas. No dejemos que nos pase como a la sandía de la ilustración. Esta rica identidad nos costó mucho sufrimiento para que nos quieran volver a "convertir en bananas" estos "bananas" que se creen sandías.
¿A dónde buscarán sus raíces los yugoeslavos y checoselovacos cuando quieran renacer? ¿Dónde los italianos y españoles cuando se hayan desmembrado? en mi ciudad sigue habiendo clubes de las colectividades de países europeos que no paran de desaparecer. Hemos demostrado ser mas estables, serios y cultural y físicamente ricos e intelectual y humanamente sólidos.
Anulemos este concepto y cuando sea necesario (tal vez no lo sea ya que a 20 años de su creación, esta mesa ha comenzado a perder interés) reclamemos su anulación formal.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Eso que llamamos Naturaleza


Cuando decimos naturaleza, podemos estar hablando de muy distintas cosas. Podemos referirnos a la naturaleza de seres, objetos, materiales, etc. Esto habla de todo aquello que les da entidad. Es decir lo que es intrínseco a cada una de esas realidades. Por Ej.: lo que es parte de la naturaleza de una forma, es todo aquello que le da esa identidad, que no es igual para un cubo que para una esfera ni para alguna mucho más compleja que se componga de muchas otras. Lo mismo pasa con las naturalezas (identidades) de los colores, texturas, materiales, etc. Es decir, confundimos naturaleza con identidad. Esta confusión no deja de ser, como mínimo, interesante. (si natura es el origen de todo, es allí donde residen todas las identidades)

También, hacemos referencia a la identidad diciendo naturaleza cuando hablamos de las características de un vegetal, animal o persona. Existen un conjunto de datos, que hacen que cada una sea lo que es y esto compone “su naturaleza”. Casi inconscientemente utilizo la palabra “compone” ya que sin lugar a dudas cada cosa y cada ser es precisamente eso: una composición. Es más, el conjunto de seres o cosas también es una composición, ya que todo existe simultáneamente y vinculado al resto de la realidad. Esa gran realidad que nos rodea, también nos condiciona y condiciona a cada ser o cosa, ya que no tenemos más remedio que coexistir y este conjunto de condicionamientos también compone, como un hilo invisible que relaciona todo.

Pero, cuando decimos naturaleza para referirnos al conjunto de seres y cosas “ajenos” a las culturas humanas, (es decir, el paisaje de aquellas colinas o esta llanura, eso que ocurre en los bañados de un río o en aquella isla lejana) nos equivocamos. Cometemos un grave error conceptual con consecuencias nefastas al llamar naturaleza a esto que pretendemos, que libremente evoluciona como si estuviera al margen de las conductas y acciones (éticas) humanas; como si ese hilo invisible no pudiera enhebrarlas.

Claro que verlo así, no deja de tener la ventaja de mantenernos al margen de las “catástrofes naturales”. Así es como no podemos sentirnos responsables de la erupción de un volcán o de un terremoto y nos separa de las responsabilidades por tormentas o inundaciones, poniendo a todo esto en una especie de designio divino o incomprensibles caprichos de lo que erróneamente insistimos en llamar naturaleza.

Me pregunto ¿No nos pone esto en igual nivel de ingenuidad que aquel hombre primitivo que adoraba al trueno como a un dios por no poder comprenderlo? ¿No estamos “algo grandes” ya para seguir cometiendo la misma ingenuidad?

Hoy, cuando ya es in disimulable que la Antártida se derrite, que las corrientes oceánicas cambian de dirección modificando climas en todo el planeta, que el Amazonas ya no retiene toda el agua que la tierra necesita ni produce la cantidad necesaria de oxígeno ¿A quién beneficia este antiguo, ingenuo y nocivo concepto de naturaleza?

Si, claro, no quiero caer en la ingenuidad de creer que no existe algún beneficiario. Hay empresas japonesas que “capturan” los témpanos que se desprenden de la Antártida (se trata del agua más pura que contiene el planeta) y comercializan el agua resultante. También están los intereses ganaderos y papeleros en el Amazonas por parte de empresas de los EU. Sin embargo ¿Seremos ingenuos quienes sostenemos la ingenuidad de este concepto de naturaleza? O ¿Serán ingenuos quienes insisten en él?

Cuando el aire sea irrespirable (sabemos que en gran medida ya lo es), el agua imbebible, etc. lo será para todos. Incluidos aquellos momentáneos beneficiarios que cometen la ingenuidad de creer que no van a vivir las catástrofes “naturales” que ya están viviendo.