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jueves, 15 de diciembre de 2011

Tradiciones que delatan


Otra vez estamos a mitad de diciembre y aproximadamente una tercera parte de la humanidad (que nadie vaya a creer aquello de que "el mundo") se apronta a festejar la navidad.
Se supone que celebramos el nacimiento de cristo, todos nosotros los buenos cristianos (¿?)
Sin embargo, es bueno saber, que no había día para esa celebración hasta un año que según los autores varía entre el 350 y el 386, en que el Papa Julio, decidió que cristo por fin naciera el 25 de Diciembre. No fue casual la decisión. En plena decadencia del imperio romano, que aún sobrevivía gracias a la alianza de la iglesia con el emperador Constantino, era bueno para los poderosos, hacer nacer a cristo en una fecha que todas las culturas celebraran y obtener una fiesta del imperio que así reafirmaba su poder sobre los demás reinos.

Todos tenían festividades en ambos solsticios, el de invierno y el de verano. En el área mediterránea transcurrían las saturnales, que llegaban a su punto cúlmine, precisamente el día 25 de diciembre entre orgías de sexo, comidas y bebidas.
Supongo que aquellas primeras navidades habrán sido realmente interesantes. Pero poco a poco la iglesia las fue convirtiendo en "fiestas santas" y parece que el sexo (pecado entre los pecados) fue siendo quitado de aquellas orgías. Por lo demás, todo sigue igual...

Con los siglos, cada país fue desarrollando su propia navidad, con su propia mitología y sus propios personajes. La famosa bebida cola, se ocupó de que en América Latina, se difundiera la imagen de Papá Noel, que sin cambiar de fisonomía, el cine yanqui va rebaustizando como Santa Claus.
El personaje es el mismo. Un gordo bonachón, de blanca barba y ojos azules, que el 24 por la noche de una forma inexplicable recorre todo el mundo dejando sus regalos a los "niños buenos". En la magia como en la fe, nada necesita ser explicado.

Las navidades llegaron a América Latina junto con la espada y con la cruz, fue con sangre y no con estrategias políticas y diplomacia que fueron impuestas.
Al "niño dios" de mi infancia lo reemplazó el Dios Mercado por el gordo del trineo que francamente siempre me resultó bastante desagradable, su risotada grosera me suena más apropiada para las orgías de las saturnales que para relacionarse con niños. Pero toda esta historia de especulaciones del poder y estrategias políticas de dominación que alcanzarían para avergonzar a cualquier verdadero cristiano, puede empeorar muchísimo a manos de los países europeos que además de enriquecerse por los saqueos de África y América, hicieron de la esclavitud su negocio.

En varios de ellos, aunque principalmente en Holanda, (tierra de piratas y negreros) el gordo que en su idioma internacional dice sólo "Jo, Jo, Jooo!!!" es acompañado por otro personaje: Pedro el Negro.
Mientras el gordo es bueno y querible para los niños holandeses, a Pedro le toca el triste papel de castigar a los niños que se portaron mal y si el "bueno" no les da regalos, él debe meterlos en una bolsa y llevárselos. Está claro como se educa a los niños en esa tradición. Los holandeses saben desde muy chiquitos dos cosas: Los negros son los malos y hay que huir de una familia pobre que no puede comprar regalos.

En fin, se me ocurren un montón de metáforas sobre las tradiciones navideñas en los países esclavistas, pero prefiero dejar que ustedes liberen su imaginación y piensen qué verdades se les quedarían pegadas al inconsciente si hubieran pasado su infancia en uno de ellos.

Personalmete me apronto a festejar mi cumpleaños, miro de costado a la navidad porque nací precisamente en ella y prefiero recordar la mentira de mis padres, que durante mi primera infancia, me hicieron creer que la gente festejaba mi cumpleaños. No los perdono, pero es una inocentada frenta a algunas tradiciones.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

"Una de la infancia"

¡Felicidades!

Otra vez está llegando el 25 de diciembre y la humanidad (en realidad solo un tercio de ella, este tercio occidental judeo cristiano que se suele pretender "el mundo") se apresta, como todos los años, a festejar mi cumpleaños.
¡Es literalmente cierto! o eso creí durante los primeros años de mi vida.
Resulta que mi madre tuvo la peregrina idea de parirme en navidad y junto al ateo psicodélico sesentista de mi padre, me tuvieron convencido un tiempo, que lo que la gente festejaba ese día, era mi cumpleaños.
Así fue que en mi primera infancia, al llegar estas fechas, me sentía avergonzado por tanto halago y me la pasaba agradeciendo tanto regalito y saludo con deseos de felicidades de sonrrisas plásticas colgadas de las orejas de personas falsas a las que casi ni conocía.
Como los niños son muy perseptivos, y aunque ahora resulte difícil de creer, también fui niño, siempre sospeché algo y un día empecé a comprender la mentira y sentí una mezcla de sensaciones difícil de describir.
Por un lado me aliviaba saber que no tenía nada que agradecer a nadie ese día porque lo que se estaba festejando no tenia nada que ver conmigo. De hecho no profesaba ni profeso religión alguna (como la mayoría de los cristianos)
Por otro lado tuve una amarga decepción al notar cuanto me habían mentido mis padres.
Supongo que esto es similar a lo que les pasa a la mayoría de los niños cuyos padres les mienten sobre el origen de los regalitos de esta fecha. Solo que para mi se sumaba la indignación que me producía haber estado tanto tiempo agradeciendo algo que no me había tenido nunca por destinatario.
En fin, desde entonces trato de desearles felicidades a todos siempre. En marzo como en junio, o en agosto o en febrero. Me alegran los nacimientos, los que de verdad veo y corroboro y me duele mucho la muerte que nunca es justa, pero cuando es joven y enamorada es inaceptable.
Y a los cristianos, a los que de verdad lo sean, a los que tengan una fe verdadera (es fácil corroborar cuan pocos son), ¡que sean buenas personas! "por que de ellos será el reino de los cielos"
Los ateos sabemos que el verdadero reino esta acá a nuestro alrededor y hasta hoy aquí en sudaquia "es ancho y ajeno". Así que mi mejor deseo es el de que seamos un buen fertilizante una vez que nuestros cuerpos se hayan descompuesto
¡Felicidades!