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sábado, 18 de diciembre de 2010

Historia de otra palabra sudaca



"el que no llora no mama

y el que no afana es un
gil"

(fragmento del tango cambalache)


Por la mitad del siglo XIX, se trababan intensas luchas en Argentina. Celestes y Colorados, es decir Liberales y Autonomistas o Centralistas y Federales, confrontaban sus ideas en los campos de batalla.
Cuenta una leyenda que un gaucho correntino (Antonio Gil) era un colorado considerado muy peligroso por los celestes y muy querido por la gente. No se trataba de un Robin Hood. Él, mas bien se ocupaba de organizar a la gente allí donde llegara, para enfrentar al enemigo, para defender sus derechos, para defender el territorio liberado. Hacía su tarea independientemente, sin enrolarse y esto lo hacia un desertor frente a la justicia de cualquiera de los bandos. Se dice que fue capturado un día para ser llevado ante la justicia de Goya (Corrientes) acusado de esa desersión.
Algunos dicen que el coronel Zalazar, otros que un tal Velazques y otros, un sargento de los celestes, lo degolló en pleno campo mientras era trasladado, más por ser devoto de "San la Muerte" y llevar su amuleto que por razones políticas. Aseguran que mientras se desangraba, colgado boca a bajo de la rama de un algarrobo, le advirtió a su verdugo que el hijo estaba muy grave y si no se apuraba a llegar a su casa moriría. Que llevara un poco de su sangre (colorada) y la pusiera sobre el niño al llegar y lo invocara a él, que ya estaría muerto, para que intercediera ante Dios por su vida.
El verdugo asustado, creyó en esas palabras y llevó el pañuelo del gaucho Antonio Gil, embebido en su sangre hasta la casa, donde al llegar encontró a su esposa llorando y a un médico que acababa de desahuciar al hijo muy afiebrado. Lo cubrió con el pañuelo e imploró al Gaucho por su vida.
El niño se salvó y el verdugo construyó una cruz a la que ató el pañuelo, para clavarla en el lugar donde ultimó a quien se convertiría en uno de esos santos paganos del sincretismo latinoamericano.
Hoy, el culto del "Gauchito Gil", se extendió desde la Tierra del Fuego hasta Salta. Ingresó a Bolivia, al norte de Chile, Paraguay, Uruguay y al sur del Brasil. Se identifica su santuario a la vera de las rutas con un grupo de cañas tacuaras sosteniendo cintas o banderas rojas que recuerdan aquel pañuelo enbebido de valiente y generosa sangre de la historia sudaca. Y a la bandera roja de la federalidad, que triunfó en el campo de batalla, pero aún es una deuda que tenemos para con nosostros mismos. (Y tendremos hasta que el mundo haya derrotado al modelo de centralidad, generador de periferias.)
Pero tambien tuvo otra derivación esta historia / leyenda. Modificó, acrecentó, enriqueció nuestro idioma.
Mientras la historia se iba derramando por América, los celestes, los liberales, los unitarios, los centralistas, eso que internacionalmente se identifica como la derecha, fueron convirtiendo al apellido en palabra y poco a poco, Gil devino en sinónimo de tonto. Salvar la vida del enemigo, es un acto incomprensible, para todos aquellos que aún no entendieron que lo único prohibido en la lucha contra el canibalismo es comerse al caníbal.
Hoy los políticos herederos de aquellos enemigos hablan de la "gilada" para referirse al pueblo, pero mucho antes, el tango (cambalache y muchos más) lo llevó a pasear por el mundo, que hoy utiliza a la palabra / apellido "Gil", como sinonimo de tonto.
Su nombre completo fue Antonio Mamerto Gil Nuñez. De donde muchas veces, "mamerto" también se usa con igual significado.
Mucha historia y mucha sangre nuestra debía correr por los ríos Americanos desde el Rio Bravo hasta la Tierra del Fuego, para que aquel dialecto del latín, que trajeron los españoles a nuestra tierra se convirtiera en el idioma que es hoy.
Palabra de Gil, un Mamerto, en fin, un verdadero Sudaca
...y a mucha honra.