viernes, 18 de febrero de 2011

Evolución de la esclavitud propia (o propia de la esclavitud)


El consejo de un estúpido al esclavo que todos los sudacas (y otros pueblos) llevamos dentro



Cuando hay un esclavo y un amo, el que crece, madura y entiende es el esclavo. El poderoso, solo requiere de la fuerza bruta para seguir siendo el amo. El que tiene que ser capaz, inteligente y creativo es el esclavo. De otro modo no podría sobrevivir.

Por otra parte, cuando la situación se prolonga por generaciones, el amo se convierte indefectiblemente en un maricón que no se podría bancar ni el diez por ciento de las penurias que pasa el esclavo. El personaje del dueño de la central atómica en la serie "los Simpsons" lo grafica muy bién. Así resulta patético ver al débil amo, maltratando al fuerte esclavo. Si este amo, aparte de poder y debilidad, (que para este caso no son oposiciones ya que su poder reside en el dinero que dispone y su debilidad es mental y física), desarrolló alguna inteligencia, concede al esclavo mejores lugares que los que hubieran obtenido sus padres o abuelos porque de otro modo se lo comería crudo. Así, el esclavo va progresando en su esclavitud y pasa a ser empleado y cuando llega a gerente o director y cree tener poder, se convierte en un negro de mierda, más déspota que lo que el abuelo de su amo (ahora jefe o patrón) se hubiera atrevido a ser con su abuelo. Por supuesto que descarga su despotismo contra otros como él, al que nadie más que él, considera unos negros de mierda. (Como diría el Diego cuando opinó sobre el gobierno de Obama: “No hay negro que no destiña”)

Esto genera la lucha de pobres contra pobres o esclavos contra esclavos:

El piquetero que odia al empleado que va en auto y el empleado automovilista que odia al piquetero. Claro, ninguno de los dos odia a la empresa del peaje (ahora el amo) que esclaviza a los dos que se destratan y maltratan mutuamente, mientras todos siguen pagando peaje o tributo como los ciervos de la gleba en el medioevo, al servicio de un amo maricón, incapaz de transitar esa autopista sin sufrir un ataque de asma.

Por eso advierto: cuidado con el esclavo. Pero la advertencia no es para el amo. El ya no tiene remedio ni escapatoria. Cada día somos más los que lo tenemos identificado con claridad. Mi advertencia es para el mismo esclavo, que si no tiene cuidado con el esclavo (el que lleva adentro), jamás saldrá de su esclavitud.

Valga como consejo para las maravillosas movilizaciones populares que no cesan en los paises más esclavizados del mundo.

4 comentarios:

  1. CARTA A ADÁN

    Adán:

    Anoche no pude dormir sino hasta casi el despuntar del alba. Le estuve dando vueltas a un asunto que me preocupa y que quiero compartir contigo. Ocurre que creo haberme dado cuenta, ¡por fin! del porqué no podemos encontrar la armonía que nos lleve a tejer una honesta y feliz relación, una amorosa y enriquecedora convivencia entre nosotros.
    He descubierto que no te amo, pero que sí te necesito. ¿Y cómo es que pude hacer este descubrimiento? Pues porque comprendí que, aunque lo haya intentado por mucho tiempo, no he logrado aceptarte tal como tú eres y siempre espero que cambies de acuerdo a mis gustos, deseos y necesidades.
    Porque eres distinto de mí (no podría ser de otro modo) y porque no te amo, es que no te acepto. Así de simple. Me molesta que no te parezcas a mí. Suena horrible lo que digo y lo sé. Me molesta que no seas capaz de hacer varias cosas a la vez; que no soportes el llanto del bebé por la noche y te vayas a dormir al escritorio, sin avergonzarte por ello –como si se tratara de lo que corresponde hacer en tales ocasiones -; y que no encuentres -cuando te mal avienes en colaborar con los deberes domésticos – el frasco de mayonesa en el refrigerador, siendo que está a la vista, y que, por supuesto, cualquier mujer lo encontraría. Me tiene harta el que bebas de más en las fiestas, haciéndome sentir una vergüenza ajena que se me sale por las orejas, y que conduzcas el auto matonescamente y nos expongas a todos al peligro. Que no puedas percibir las sutilezas –tan evidentes a mis ojos - de un evento o película cualquiera, ni detectar mi necesidad de un hombro protector o un oído atento en el momento oportuno, no deja de ponerme mal. Y qué decir de las ocasiones en que te da por cocinar haute cuisine y dejas convertida la cocina en un chiquero que luego debo limpiar yo, claro.
    Aunque lo silencio, arrastro un subterráneo rencor porque duermes hasta tarde los fines de semana –debo reponerme de cinco duras jornadas laborales - dices livianamente, sin ponerte en mi lugar, que estoy de turno de llamada los 365 días del año; porque roncas y no buscas remedio para ello, y porque, para ti, tu mamá es intocable y perfecta, aunque sea una bruja que me amarga la existencia y tú prefieras ignorar las argucias que emplea para demostrar lo mala madre y esposa que soy.
    Me doy cuenta de que no te amo porque tus chistes vulgares e inoportunos me revuelven el estómago en vez de moverme a compasión y ternura, y quisiera verte convertido en humo cuando presentas cien veces como elaboración propia los comentarios que leíste en algún impreso al que decidiste adoptar como tu oráculo.
    (CONTINÚA)

    ResponderEliminar
  2. 2.- continuación

    Y cuando intentas transformar a nuestro hijo en cómplice tuyo, induciéndolo a imitar la manera que tienes de mirar a las mujeres y compararlas, tal como si fueran animales de exposición, quisiera clavarte un cuchillo para evitar que él devenga en tu clon. Cuando me miras como si yo fuera “tan sólo” una mujer, -uno de esos seres débiles y lábiles a quien se le debe soportar sus berrinches porque sufre de síndrome de tensión premenstrual -, me vienen todas las ganas de aprovecharme del bendito síndrome y usarlo como atenuante, en caso de hacer realidad mi fantasía de clavarte el dichoso cuchillo.
    Me indigna que te escabullas hipócritamente de las obligaciones familiares, aduciendo exceso de trabajo en la oficina, cuando en verdad te permites el lujo de un happy hour o un after work. Y tu táctica repetitiva de acercamiento nocturno -sólo cuando te llama tu cultura de macho necesitado -, despierta en mi alma emociones poco civilizadas y más cercanas a los impulsos destructivos de la mantis religiosa.
    Ni qué hablar de tus hábitos higiénicos o de tus eructos y demases como si yo no estuviera a tu lado. ¿Habría ganado algo explicándote la diferencia entre confianza y mala educación?


    No pretendo con estas líneas descargar mi resentimiento acumulado durante los años de soledad compartida e irrespeto crónico. Acepto que haber formado una familia y constituirme por ello en una proveedora de datos demográficos positivos me convierte, a los ojos de la sociedad, en un miembro respetable con derecho a ser cuidada en mi vejez por estos mismos datos aportados, devenidos en hijos. Reconozco que sin ti esto no hubiera sido posible. La vida no ha sido fácil a tu lado, pero tiene la compensación de una larga vejez dignificada por un sufrimiento previo socialmente aceptado.
    No quiero que te sientas mal por mis palabras, Adán. Pienso que si estuviera escribiéndole a una mujer, el fondo de la cuestión seguiría siendo el mismo: Tendría que reconocer que no la acepto porque no la amo. Amar es lo que hace posible que aceptemos de verdad al otro, con sus diferencias, sus grandezas, y también con sus debilidades. Amar al otro es lo que nos permite construir relaciones armoniosas y enriquecedoras. Pero, ¿cómo aprendemos a amar? ¿Cuándo? ¿De cuál amorosa fuente, abrevar?

    De mí, para ti,

    Eva

    Santiago de Chile, Marzo de 2011

    carolinagrekin@gmail.com

    ResponderEliminar
  3. Eva

    Veo que estas matando a tu esclavo (escalva para tu caso) pero nunca olvides dos cosas.
    1.-Al machista de tu marido lo hizo asi tu querida suegra
    2.-Un verdadero "macho" recibe ese "título" solo si se lo otrogan sus mujeres
    Se me ocurren otras menos contundentes pero ¿estas segura que nunca "esclavisaste" a nadie?
    ¿un hombre por ejemplo?
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  4. 1.- Mi querida suegra era una bruja y como tal, al que pudo ser un príncipe lo relegó a la condición de sapo sin remedio, educación y ejemplo familiar mediante;
    2.- ¿Quién ha dicho que el sapo haya sido un verdadero macho? Sólo era el arquetipo del sapo que se cree macho porque así le lavaron el cerebro en su hogar pat-materno, contando con el certero apoyo de la sociedad toda (léase cultura de masas);
    3.- No puedo asegurar que no esclavicé a nadie alguna vez en mi recorrido existencial actual. Sí puedo afirmar con toda propiedad que a cada esclavo voluntario de quien me dí cuenta que quiso apoderarse de mi vida, le vendí gratis su libertad (una patada en el c...y listo;
    4.- Yo pienso que el esclavo maneja una cuota de poder sobre el amo: Sin esclavo el amo desaparece.
    Veo así la cosa: Un vaso jamás puede estar vacío. O está lleno de aire o hay una combinación de líquido o sólido junto con aire. De igual modo pasa en las relaciones humanas de todo tipo: O se funda en el amor o es una combinación de relámpagos amorosos con enormes cuotas de manejo de poder, por lado y lado. Donde no existe el amor, las ansias de poder -consciente o no - sostienen la relación. El ejemplo del amo y el esclavo es sólo una arista del fenómeno.

    P.D. La carta NO está dirigida a un hombre determinado. Se trata de una tarea que me dio el guía del taller literario al que asisto. Para el lunes debo llevar una carta de cualquier temática. Yo elegí un tema que me resulta familiar y que es acogido por el alma femenina de mi generación y anteriores.

    Otro abrazo,

    C.

    ResponderEliminar